Diálogos II

- Hola abuelito. Ayer no pasaste a verme. No pasa nada, ¿no? ¿estás bien?

- No, tranquila, no hay ningún problema. Es sólo que me sentía cansado. ¿Es por eso que me llamas?

- Si, es por eso. Pero ¿hoy ya te encuentras bien?

- Si, mucho mejor. Esta tarde pasaré a verte, como siempre.

- Gracias, llámame tonta, pero para mi es muy importante. Además, si no vienes me preocupo, como siempre vienes...

- No debes preocuparte por mi, además piensa que no siempre podré ir a verte. Eso lo sabes, ¿verdad? Ya estoy muy mayor y no me queda mucho tiempo.

- Lo se, pero no quiero pensar en ello, al menos por ahora. ¿Para que pensar en cosas que me pondrán triste?

- Para que no te pillen de sorpresa cuando ocurran.

- Tranquilo, tú déjame eso a mi, ¿vale? de momento quiero que todo siga igual. Me gustan las cosas así como están ahora mismo.

- Yo a tu edad pensaba igual, pero después de algunos palos que te da la vida aprendes a anticiparte y a prepararte siempre para lo peor. Se que son consejos poco apetecibles, y más a una edad tan temprana como la tuya, y no te pido que los sigas a pies juntillas, pero sí que los tengas presentes, sólo eso.

- Tus consejos siempre son sabios abuelito, y ten por seguro que no caerán en saco roto.

- Lo se, pequeña, lo se.

- ¿Te veo esta tarde entonces?

- Claro que sí pequeña, allí estaré.


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