¿Y tú qué quieres ser de mayor?

38 tacos recién cumplidos y tengo la sensación de andar preguntándome todavía aquello de:

"¿Qué quiero ser de mayor?"

Sí, y creo saber por qué me pasa esto. Cuando estudiaba era muy empollón. No sé de dónde me venía eso, creo que siempre he sido muy competitivo y no podía soportar que otros alumnos fueran mejores que yo en ninguna faceta, ya fuera corriendo, saltando, o sacando "dieces". Ahora, si bien físicamente sí que destacaba bastante en mi pre-adolescencia y eso me permitía ser bueno en general en las actividades físicas (y que los abusones de otros cursos me respetasen bastante), la naturaleza no me había dotado sin embargo de una inteligencia superior, tampoco es que fuera "tonto del bote", digamos que era del montón. Así que tenía que suplir esas carencias con muchas horas de estudio si quería ser de los buenos de la clase. Y dejadme que os diga, ser empollón es algo que solo beneficia realmente a los padres de uno, ¡menuda carga se quitan de encima cuando al menos uno de los críos es auto suficiente en cuanto a estudios se refiere! Al resto de la gente no le gustan en general los empollones. No caen bien.  Por eso yo intentaba ser empollón, pero al mismo tiempo gracioso, simpático, "enrollao", a veces hasta travieso. Era la combinación perfecta jajaja, pero no veáis que esfuerzo suponía mantener ese estatus social, pffffff.

"En totá", a lo que iba yo (que se me ha ido de las manos la intro) es a que a día de hoy me sigo preguntando qué quiero ser de mayor, y eso que hace ya algunos años que soy mayor. Por eso he hecho esa introducción/introspección, porque empiezo a estar convencido de que el hecho de haber sido académicamente bueno condicionó en gran parte medida mis decisiones vitales. Para ilustrarlo le voy a dar otra vez al botón del "flashback": terminaba el instituto y claro, había que elegir una carrera y entonces todo el mundo empieza a decirte: "con esas notas elegirás "Teleco" no? no? nooooo?" Y yo: "puessss, no sé, bueno, no lo he pensado aún...". No hubo nada que pensar, fue como cuando te pilla la marea dentro del agua y te dejas llevar, te dejas llevar...cuando me quise dar cuenta estaba en la U.P.M. haciendo Teleco. Porque a mí lo que realmente me gustaba era el baloncesto pero claro, ¿quién puede pensar en dedicarse profesionalmente a eso con ciertas garantías? Los que son muy buenos y muy altos, y no sacan buenas notas. Imaginad: "papá, mamá, que no voy a estudiar una ingeniería, ¡que voy a jugar al basket!"...Pues eso. Cuando una profesión incluye la palabra "jugar" es muy difícil venderlo a no ser que seas Ricky Rubio.
Así es como terminé estudiando Telecomunicaciones (y jugando al basket con los colegas).
Acabada la carrera, y la mili (pero eso será otra historia, otro día), estaba claro que los trabajos que encontraría a partir de ese momento serían todos de "informático friki", que es como lo suelen denominar todas aquellas otras personas que no se dedican a nada relacionado con ordenadores.

Por el camino intenté aprender kungfú, me hubiera encantado alcanzar el nivel que tenía mi profesor, pero empecé muy tarde para eso. Las lesiones hicieron el resto. Otra pequeña frustración a la mochila.

También empecé a iniciarme en la música, empezando por tocar la batería, y aún estoy en ello, unos cuantos años después. He podido comprobar que tampoco es fácil convertirlo en profesión vocacional, porque la diferencia entre afición y profesión cuando de la música se trata es que tengas o no la posibilidad de dedicar 8 o 10 horas diarias a aprender solfeo, practicar con tu instrumento (musical, se entiende), ensayar con grupos, etc.
Cuando no puedes hacer eso hay que mentalizarse de que tienes que seguir yendo al curro todos los días y, de vez en cuando, tocar la batería y las menos veces, estudiar la batería. Con lo empollón que era, ¿os acordáis?, pues he perdido completamente esa disciplina de estudio, creo que la gasté toda.

Cada vez que empiezo algo al mismo tiempo empiezo a envidiar a la gente que veo destacar en ese campo: a los grandes luchadores de artes marciales, a los grandes músicos, ...Y cuando me veo a mi desde fuera sin embargo no envidio nada aquello a lo que me dedico. Es por esto que, de vez en cuando, me sorprendo a mi mismo preguntándome aquello de "¿qué quieres ser de mayor?"

O tal vez es que soy un inconformista y no termino de estar contento con nada de lo que hago. Pero no sé, creo que si me hubiera podido dedicar profesionalmente al baloncesto o a la música no tendría esta desazón laboral.

Tiene gracia, tan competitivo era de pequeño por ser el mejor en todo que ahora de mayor resulta hiriente ver que soy mediocre (normalito) en casi todo lo que hago.

¿La solución? Ni idea, tal vez liarse la manta a la cabeza y dejarlo todo y a ver qué pasa; tal vez tomarse el curro como eso, "un curro", y aprovechar al máximo los momentos que pueda dedicar a mis aficiones, sin frustrarme por ver que no me convierto en un virtuoso en nada; o quizá aprender a convertir ese "curro" en un trabajo vocacional....aunque para esto último creo que me pilla ya un poco quemado. O empezar a comprar lotería :)

Ni que decir tiene que se admiten sugerencias ;)

3 comentarios:

  1. Uff, es complicado lo que planteas. A mí hasta hace poco me pasaba lo mismo. La cosa cambió cuando en un taller, me plantearon la verdadera definición del éxito. Me di cuenta que no consistía tanto en tener un alto grado de pericia/fama/reconocimiento en algo como en hacer algo que realmente te guste y tenga sentido para ti.

    En concreto, me plantearon tres preguntas: ¿qué me importa de verdad? ¿cómo sería el mundo si yo lo creara? ¿con qué me identifico?. Descubrí que lo que de verdad me importaba era trabajar en cambiar lo que no me gusta del mundo (injusticias, sufrimientos y demás) y que, en realidad, me importaba un bledo si otros veían eso como una actividad "no de éxito".

    Por cierto, esos que llamas "mediocres" somos la inmensa mayoría de personas. Lo raro es el que destaca, lo que pasa es que por algún motivo, siempre tendemos a compararnos con ellos. Y lo dejo ya, que me estoy enrollando. Abrasotes.

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  2. Ah, se me olvidaba. La puntilla del taller fue cuando, después de contestar a las tres preguntas, el monitor señaló las respuestas y dijo: "eso se corrompe cuando intentáis gustar a los demás". Creo que fue esa frase la que me abrió definitiva "er ojo".

    Ya me voy, ya me voy... :-))

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  3. Tu siempre tienes permiso para enrollarte en mi blog ;)
    Además que tus palabras son más sabias que las mías, lo mío era solo una "pataleta" :)
    Un besazo!

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