¿Somos soma?

Soma. Es esta una interesante palabra. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua:

soma2.

(Del gr. σῶμα, cuerpo).

1. m. Biol. Totalidad de la materia corporal de un organismo vivo, excepto los gametos.



Fuera del rigor académico, sin embargo, acoge todo un amplio helenco de acepciones. Así, se identifica con Chandra, el dios de la Luna según la mitología hindú y en cuyo honor los brahamanes tomaban jugo de soma, que a su vez es como se conoce a una planta psicotrópica de la India, probablemente la que inspiró a Aldous Huxley para dar forma literaria a aquél famoso estupefaciente que tomaban los habitantes de "Un mundo feliz" y que era su principal recurso para olvidar cualquier anhelo de ser imperfectos y reales.

También lo he encontrado definido como "adjetivo ambiguo utilizado para describir lo indescriptible". Me encanta esta.

Pero cuando pensé en escribir esta entrada del blog realmente lo hice inspirado por la parte griega de la etimología del término, que habla del soma como la "totalidad de la materia corporal de los organismos vivos, excepto los gametos". Pobres gametos, que ni siquiera son soma. Pero, a lo que iba, ¿y nosotros? nosotros que sí somos soma, ¿somos algo más? ¿o por contra somos sólo soma? disculpad que redunde en el juego de palabras, pero es que me hace mucha gracia.

Seguramente ese tipo de preguntas nos acabarían llevando al eterno trillado pero nunca cerrado debate oriente-occidente. De siempre la filosofía oriental ha sabido entender mucho mejor la existencia del ser a todos los niveles: el cuerpo, la mente, el espíritu, el alma, la energía...el universo. "Ellos" sí han sabido juntar todos esos niveles. Aquí, y cuando digo aquí me refiero al mundo occidental, nos gustan mucho tres cosas que dificultan ese grado de aprehensión y comunión completa del ser:

  1. Nos gustan las barreras, nos gusta delimitarlo todo con fronteras. Fronteras para todo, hasta el punto de que nos las ponemos a nosotros mismos. Por eso tendemos a separar cada uno de esos niveles, a verlos como cosas distintas, más o menos inconexas o cuando menos separadas.
  2. Además de las barreras, otra cosa que nos gusta (me sigo incluyendo a mi el primero) es creernos SÓLO aquello que vemos, que palpamos, que entendemos, o que, si no lo entendemos, al menos podemos dar la referencia de 10 científicos que sí lo entienden y lo pueden demostrar sobre el papel. Por eso somos reticentes a dar crédito a conceptos como el alma, el espíritu, la esencia misma del ser, el ser trascendente o la conciencia universal.
  3. Y, por último, nos gusta -y mucho- socializarlo todo, empezando por nosotros mismos. Y cuando socializamos lo que hacemos en realidad es escondernos, disfrazarnos, ocultar todo aquello que aún formando parte de nuestra esencia misma, no debe o no puede o no corresponde que sea visto en nuestro entorno social. Perdemos a nuestro niño interior. Los niños nacen puros, con la cualidad fantástica de no esconder nada, de decir y hacer lo que quieren, no están socializados. Analizad si no el propio significado de la palabra persona:

persona.

(Del lat. persōna, máscara de actor, personaje teatral, este del etrusco phersu, y este del gr. πρόσωπον).



"Persona" es una palabra de raíz griega, y significa "máscara". En los bailes de la antigua Grecia se utilizaban máscaras para esconder los rostros, de forma que se confundía el origen del sonido de las voces, de ahí el nombre ("sona" es sonido). Y en la actualidad hemos acogido este término para definirnos en sociedad. ¿Qué somos antes que cualquier otra cosa? personas. Es decir, que estamos dando por hecho, asumiendo implícitamente, que llevamos máscaras.

No digo que no sea bueno, o más bien necesario, ser persona, esto es, desarrollar una personalidad que nos permita interactuar en sociedad. Tiene que ser así, no podemos ir "desnudos" siempre. La contrapartida es que se nos suele olvidar desnudarnos para nosotros mismos, olvidamos que debajo de esa máscara (o persona) sigue estando nuestro verdadero rostro, nuestra verdadera esencia, que es y existe desde mucho antes de nacer haber nacido y que en muchos casos obviamos, confundimos, o simplemente olvidamos.

Es por ello que tantos psicólogos viven actualmente de intentar arreglar los conflictos internos que nos provocan todas esas fronteras, ese escepticismo espiritual y esa "corrupción social".
Así, cuando separamos el cuerpo de la mente como dos entidades diferenciadas estamos creando un conflicto entre ambos. Hablamos de nuestro cuerpo (nuestro soma) como algo aparte, pero entonces...¿"yo" qué soy? ¿"yo" soy mi cuerpo? ¿"yo" soy mi mente? ¿"alguien" ha conferido a mi mente una existencia material (mi cuerpo)? ¿pero por qué le han puesto fecha de caducidad? ¿quién es ese "alguien"?...mmmm, es ineludible, esta forma de verlo tiene que acabar causando problemas.

Lo voy a dejar aquí y que cada uno haga sus propias reflexiones sobre el tema, que da para reflexionar muuuuuuucho. Referencias interesantes se pueden encontrar en la obra de Ken Wilber, u Osho, entre otros muchos, aunque estos son dos de mis favoritos.

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